¿Alguna vez te has preguntado por qué los niños parecen vivir para jugar? Más allá de la diversión y las risas, el juego es mucho más que entretenimiento: es la clave para el desarrollo de habilidades que los acompañarán toda la vida. A través de cada carrera, dibujo o juego imaginario, los niños construyen su mundo, aprenden a enfrentar desafíos y encuentran maneras de expresarse.
El Juego y el Cerebro en Acción
Cuando los niños juegan, su cerebro está como en un gimnasio, entrenando habilidades importantes. Jean Piaget, famoso psicólogo, explicó que los niños avanzan en su desarrollo cognitivo gracias al juego: primero explorando con los sentidos, luego usando la imaginación y, finalmente, aprendiendo a seguir reglas en juegos estructurados. ¿Y la mejor parte? No necesitan un juguete caro para lograrlo; basta con una rama que se convierte en espada o un cojín que se transforma en un castillo.
Incluso los científicos están de acuerdo al decir que las actividades lúdicas estimulan el cerebro, ayudando a desarrollar la creatividad, la memoria y la capacidad para resolver problemas (Panksepp, 2007).
Las Emociones y el Juego: Un Combo Perfecto
¿Sabías que los niños procesan emociones difíciles mientras juegan? El juego simbólico, como simular ser un superhéroe o un médico, les permite ensayar roles, enfrentar miedos y liberar tensiones. Es una manera natural de regular sus emociones y explorar el mundo sin sentirse amenazados. ¡Como una especie de terapia infantil!
Por ejemplo, un niño que ha tenido un día difícil puede, a través del juego, expresar frustración sin siquiera darse cuenta. De acuerdo con Vygotsky (Panksepp, J. (2007), este tipo de actividades no solo calma a los pequeños, sino que los impulsa a superar sus propios límites emocionales y cognitivos.
Y es que los juegos no solo se tratan de “ganar” o “perder”, sino de aprender a compartir, cooperar y resolver conflictos. Cuando los niños se turnan para lanzar una pelota o arman un castillo de bloques en equipo, están practicando habilidades sociales que serán clave para toda su vida; es así como estas interacciones tempranas se convierten en elementos esenciales para que los niños desarrollen confianza en sí mismos y en los demás.
Más Movimiento, Más Salud
Además de ser divertido, el juego activo es esencial para el cuerpo. Saltar y correr fortalece los músculos, mejora la coordinación y ayuda a la salud física y mental de los niños, dando paso a hábitos naturales, efectivos y, por ende, a estilos de vida saludable que se adoptan desde edades tempranas.
El Rol de los Adultos: Guías, No Líderes
Aunque el juego es de los niños, los adultos tienen un papel importante: crear espacios seguros, ofrecer materiales adecuados y, sobre todo, ¡dejar que ellos tomen la iniciativa! Algunos estudios demuestran que cuando los niños lideran el juego, desarrollan más confianza y creatividad. (UNESCO, 2013).
Las cosas así, es importante recalcar que el juego no es un lujo, sino una necesidad. Desde un punto de vista psicológico es una herramienta que ayuda a los niños a construir su identidad a desarrollar habilidades y a prepararse para los retos del futuro. Entonces, la próxima vez que veas a un niño jugando, recuerda que no solo está divirtiéndose; también está creciendo, aprendiendo y explorando su mundo.
Autor:
Psic. Faridhe Pontón Gattáss
Asesor Familiar de Duelo
Referencias
- Panksepp, J. (2007). "Play and the Development of Social Skills".
- Landreth, G. L. (2012). Play Therapy: The Art of the Relationship.
- UNESCO (2013). "El derecho al juego".