¿Qué pasa cuando no hacemos nada?

 

Beneficios psicológicos de tomarse tiempo para el reposo

 

Durante muchos años, me sentí incómoda cuando no estaba constantemente ocupada. Sentía una necesidad agobiante de llenar todos los espacios de mi agenda para sentirme útil y suficiente.

Lo cierto es que, en la actualidad, vivimos en un mundo que se mueve a una velocidad vertiginosa. Realizar múltiples actividades al día se ha convertido en sinónimo de productividad y aprovechamiento máximo de nuestras capacidades. Sin embargo, es preciso que revisemos con cuidado el límite entre ser proactivos y productivos para no pasar los límites que lleguen a impactar el bienestar mental y la salud emocional.

¿Qué tal si lo tomamos desde otra perspectiva, y es la de tomar la decisión de no hacer nada por un momento? Te quiero contar en este artículo que, en realidad, el mantenerte por un buen rato sin entretención o estar en actividad, tiene numerosos beneficios físicos y psicológicos.

Por ejemplo, cuando le damos reposo a nuestro cuerpo, nuestra mente se tranquiliza, lo que nos lleva a un estado de relajación que reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Este descanso puede ayudar a disminuir la ansiedad y mejorar el control sobre nosotros mismos. Al aprovechar estos momentos de quietud, nuestra mente procesa mejor las dificultades y encuentra nuevas formas de organizar nuestro día, facilitando también la resolución de problemas.

Inicialmente, puede ser difícil darnos este descanso porque nuestro cerebro no lo permite; estamos acostumbrados a un ritmo de vida frenético. Solemos asociar el descanso con momentos en los que todo está bajo control: cuando sentimos aceptación en nuestros grupos sociales, estamos libres de molestias, contamos con ayuda disponible o se aproximan nuestras vacaciones. Sin embargo, es crucial integrar el descanso en nuestra rutina diaria sin necesidad de esperar estas condiciones ideales.

Investigaciones han demostrado resultados sorprendentes con el descanso programado. Estos momentos de reposo son beneficiosos para el autoconocimiento, ya que permiten la autorreflexión en la pasividad, la conexión profunda con nuestras emociones y la revisión de asuntos pendientes que, bajo tensión, serían difíciles de abordar. Además, estar presente nos ayuda a vincularnos con lo que es verdaderamente importante para nosotros, mejorando nuestras relaciones interpersonales y comprometiéndonos con acciones valiosas para construir la vida que deseamos.

Aquí te comparto un ejemplo de cómo hacer pausas programas en el día.  Intenta hacer 4 pausas, divídelas en bloques de cinco minutos y adáptalas a tu rutina. En estos espacios, permite que tu mente y cuerpo descansen: desconéctate de los dispositivos electrónicos y practica el llamado escaneo corporal, con estos tres pasos:

  1. Respira profundamente tres veces.
  2. Dirige la atención a tu cuerpo, comenzando desde los pies hasta la cabeza, deteniéndote durante cuatro segundos en cada parte.
  3. Finaliza con una respiración profunda, interiorizando una pequeña meta que quieras lograr ese día.

Recuerda que el descanso será el combustible de tus días y tendrá muchos beneficios futuros para tu salud mental. Así que, la próxima vez que seas consciente de que el ritmo de tu vida te sobrepasa, es momento de alistar tu bebida favorita y hacer una pausa.

Referencias

Kozier B, Erb G, Olivieri R. Descanso y sueño. En: Kozier B, Erb G, Olivieri R. Enfermería Fundamental, Conceptos, procesos y práctica. 4º ed. Madrid: McGraw-Hill-Interamericana; 1993. p. 1004-1023.

Realizado por

Psicóloga Jenny Paola Peña H.